Las viejas piletas, algunas consideradas las más bellas del mundo, son uno de los reclamos de millones de turistas que visitan la capital italiana
Las hay con nombres legendarios, como la de Los Cuatro Ríos, diseñada por Bernini, y las hay discretas como las dos que decoran la Piazza Farnese, cuyas piletas provienen de las Termas de Caracalla, pero todas contribuyen a dar a Roma el carácter y el aspecto que el mundo asocia con una ciudad digna del adjetivo "eterna".
Grandes y pequeñas, bellas y menos bellas, todas dan servicio al tradicional gusto romano por las aguas públicas.
Desde la antigüedad, cuando 11 acueductos trasladaban el agua desde torrentes y manantiales cercanos a las termas y fuentes de la capital, los romanos han sido amantes de estas construcciones diseñadas tanto para el gozo de los sentidos como para el obvio servicio del suministro de agua.
Las hay a cientos en Roma, pero probablemente la más conocida en todo el mundo sea la Fontana de Trevi, inmortalizada por Federico Fellini en "La Dolce Vita", un elegante desenlace, iniciado por el Papa Urbano VIII, para el punto final del acueducto Aqua Virgo.
Cuando la visitan los turistas les es difícil evocar lo que tenían en el recuerdo, esas imágenes en blanco y negro de la voluptuosa Anita Ekberg invitando a Marcello Mastroianni a refrescarse en las aguas de la fuente.
Más bien el visitante desearía verse libre de los cientos de turistas de todo el mundo que se sacan fotos entre ellos, con el fondo de la construcción iniciada por Bernini, la mayor de las fuentes barrocas de Roma.
Siempre queda el consuelo de las dádivas que promete el lanzar monedas a la Fuente o Fontana de Trevi, con promesas como el amor o la más modesta de un retorno asegurado a la ciudad eterna, dependiendo de la cantidad de monedas que se sacrifiquen.
Durante la historia de Roma, muchas de las fuentes han sido trasladadas de localización, de algunas de ellas han manado polémicas entre artistas y probablemente todas han supuesto un manantial de inspiración para autores posteriores.
LOS CUATRO RÍOS EN LA PIAZZA NAVONA
Entre las grandes fuentes destaca la de Los Cuatro Ríos en la Piazza Navona, diseñada por Bernini y flanqueada por la Fuente del Moro y la Fuente de Neptuno.
Bernini personificó a los cuatro grandes ríos conocidos en la época, el Nilo, el Danubio, el Ganges y el Río de la Plata en el centro de la Piazza Navona, una de las más importantes de la ciudad.
La masa de piedra que queda ligeramente suspendida es la base de un obelisco egipcio de la época romana, uno de los muchos que se pueden encontrar en un paseo por el centro de la ciudad.
La fuente de Neptuno, construida en 1576 por Giacomo della Porta a pocos pasos de la de Los Cuatro Ríos, está dedicada a un personaje omnipresente en las fuentes romanas, por algo es el dios de todas las aguas.
En el otro extremo de la Piazza Navona está la Fuente del Moro, frente a la cual hoy en día saltimbanquis, vendedores de cosas y trompetistas lúgubres se ganan la vida.
De vuelta a las fuentes señeras de la ciudad, una de las más observadas por turistas y locales es la Fuente de la Barcaza, diseñada por Pietro Bernini.
Este hombre hizo el milagro de dar vida a una barca de piedra que parece flotar sobre las aguas, pero quizá mayor fue el milagro de engendrar un artista que le superó en fama y diseñó algunas de las más reconocidas fuentes de Roma, su hijo Gian Lorenzo Bernini.
La Fuente de la Barcaza está en la base de la escalinata de la Plaza de España y su diseño se inspiró, al parecer, en una barca que quedó ahí tras una inundación del Tiber en 1598.
Bernini padre se dedicó, entre otras cosas, a las fuentes y se encargó de varias en Roma y Nápoles, pero su hijo fue un verdadero maestro del arte de fundir la piedra y el agua.
Además de las Fuentes de los Cuatro Ríos y del Moro, ya comentadas, Bernini hijo se encargó de la Fuente del Tritón, una de las de más solera de Roma, y de la de las Abejas, también con temática animal.
Esta última representa una gran concha abierta en cuya base se agazapan unas pocas abejas, el símbolo de la familia Barberini a la que pertenecía el Papa Urbano VIII, que al parecer le pidió al autor que las incluyeran en su obra.
Ninguno de los Berninis, ni el padre ni el hijo, diseñó la gran fuente del Agua Feliz, bautizada así en honor del Papa Sixto V, que se llamaba Felice.
Esta fuente también es el fin de las aguas de un acueducto, el Alessandrino, que fue restaurada a petición del Papa para acercar el agua a los nuevos barrios surgidos en la ciudad.
Quizá no todas las fuentes que quedan en Roma sean tan bellas como las del Agua Feliz ni tan monumentales como las que debieron existir en las termas de la Roma Imperial, pero las que quedan en la ciudad eterna siguen cumpliendo a la perfección sus dos misiones: suministrar agua y posar pacientes para los turistas.
Guía del Turista
Fuentes monumentales
- La Fuente de Trevi es el punto terminal del antiguo acueducto "Acqua Vergine" (Aqua Virgo, en Latín), mandado construir por Marco Vipsanio Agrippa. El aspecto actual se debe a Nicola Salvi, entre 1732 y 1751, quizás utilizando el proyecto y concepción de Gian Lorenzo Bernini.
- La fuente del Moisés o Fuente del Agua Feliz, ubicada en la Plaza San Bernardo, es el punto terminal del acueducto Agua Feliz, el nombre se deriva del Papa Sixto V, Felice Peretti, quién la mando construir. Representa un Moisés que hace brotar el agua de entre las rocas.
- Dos fuentes en la Plaza Farnese. Las dos piletas provienen de las Termas de Caracalla.
- En la Plaza de España: Fuente de la Barcaza de Pedro Bernini
- En el cruce entre la Via delle Quattro Fontane y Via del Quirinale (que después del cruce toma el nombre de Via 20 Settembre, entre Santa Maria Maggiore y Trinità dei Monti la plaza está decorada, en sus cuatro ángulos por las Quattro Fontane mandadas construir por el Sisto V.
- En la cima del Janículo, en una posición extraordinariamente panorámica está el llamado Fontanone del Gianicolo. Encargado por el papa Paulo V, en el inicio del siglo XVII como punto terminal del acueducto de Trajano apenas reconstruido. Las columnas que lo adornan provienen de la antigua basilica de San Pedro.
- Plaza Navona con su conjunto de fuentes monumentales
- Plaza San Pedro está decorada por dos grandes fuentes cuyos chorros caen en dos grandes tazas monolíticas de granito oriental rescatadas de otros monumentos romanos.
- Entre las muchas fuentes monumentales modernas se destaca la Fuente de las Naiades, en la Plaza de la República, construida en 1901 por Mario Rutelli, para dar una decoración adecuada a la entonces elegantísima via Nazionale, que conecta a la estación Termini con la Plaza Venezia.
Fuentes ornamentales
Son numerosas también las fuentes ornamentales. Entre otras pueden citarse:
- La Fuente del Tritone en la Plaza Barberini, trabajo de Gian Lorenzo Bernini del 1642. Hasta el siglo XVIII se acostumbraba dejar frente a esta fuente los cadáveres de personas desconocidas. La fontana da nombre a la vía del Tritone.jpg, que llega a la Plaza Colonna.
- Otra obra de Bernini (1644) es la 'Fontana delle Api' (Fuente de las abejas), en la esquina de la Plaza Bernini, desde donde parte la Vía Veneto. Las abejas son parte del escudo de la familia Barberini.
- Más tritones -motivo ornamental bastante frecuente relacionado con el agua - se encuentran en la fuente frente a Santa María en Cosmedin, la Bocca della Verità (Boca de la Verdad).
- Fontana delle Tartarughe, (Fuente de las Tortugas). Una pequeña joya escondida en medio de la plazoleta Mattei, detrás del Pórtico de Ottavia. Fue construida entre 1581 y 1584 siguiendo un diseño de Giacomo della Porta. Sólo en 1658 se agregaron las tortugas que según la leyenda son una concepción de Bernini.
- Una fuente bastante curiosa es la del Babuino: la singular fealdad de la estatua antigua que adorna la pileta cuadrada, construida en 1576, se impuso a la atención de los romanos, quienes comenzaron a llamar a la divinidad representada en la estatua "el Babuino", posteriormente, a partir del nombre de la fuente le dieron nombre también a la calle. (ver: Babuino (estatua parlante)
Fuentes extramuros y surtidores
Las fuentes de Roma no solamente adornan el centro: en las afueras de los muros de la ciudad, o apoyadas a éstos, a lo largo del trazado de los acueductos existen numerosas fuentes y surtidores para abastecer a los campesinos y sus animales. En algunos casos las aguas que fluyen en éstas tienen características particulares, como la fuente del "agua avinagrada" (Acqua Acetosa).
Las fuentes, incluso en la ciudad, eran llamadas frecuentemente "bevederos", cuando en forma simple (una pileta, frecuentemente adaptada de un sarcófago antiguo) eran accesibles para saciar la sed, incluso para los animales (caballos, burros, etc.).
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